Estamos convencidos de que esta es la parte más difícil del proceso de restauración, y la razón es porque cuesta demasiado, o más bien, nos cuesta TODO poder ver el corazón de nuestros hijos sanar. Colaborar con Dios en la sanidad de otros traerá más sanidad a nuestras vidas, sobretodo, si se trata de la sanidad del corazón de nuestros propios hijos. La sanidad que hemos recibido hasta el día de hoy no es solo para nosotros, es para compartirla con otros, comenzando por nuestros hijos.