En este viaje, exploraremos el dolor humano y las adicciones que lo acompañan. Desde el azúcar hasta la heroína, desde las compras hasta la pornografía, cada uno de nosotros ha buscado refugio en lugares equivocados, solo para encontrar más dolor y vacío. Pero hay una luz de esperanza en medio de la oscuridad. A través del abrazo amoroso de Dios Padre, nuestras heridas pueden sanar y nuestros vacíos pueden ser saciados. Es en Su presencia donde encontramos verdadera satisfacción y renovación.
Te invitamos a ser parte de esta búsqueda de sanación y restauración. Juntos, recordaremos a nuestras almas que ¡Hay esperanza!
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